martes, 2 de septiembre de 2014

Esos Ojos

Todo oscuro, completamente oscuro.

Antes de que puedas preguntarte bien qué haces ahí, una figura azulada, rozando lo morado surge de la oscuridad. Poco clara, solo es una fracción, y se muestra de manera muy, muy lenta. Como si saliera de una piscina de alquitrán. La acompañan un bajo disonante, vibraciones graves y qué se yo, una atmósfera súper confusa. La luz igual extraña, ¿cachai? Como con forma...

Lentamente la figura se mueve, se vislumbra una especie de baile que de a poco va mostrando fragmentos de ésta figura a la luz. Puedes notar que es una mujer. Te cautiva, te parece muy, muy sensual. Pero te da miedo, igual. No es algo cómodo, te está hipnotizando y no puedes hacer nada. El bajo aumenta, vibra mucho. Piensas que vas a descifrar la melodía pero te traiciona el oído y te desarma todo el esquema que intentaste dibujar en la cagá que tenís en la cabeza.

No puedes controlar lo que miras y lo que no. Y por lo mismo, tampoco logras entender todo. Nada muy claro. Excepto una cosa; realmente es una mujer guapa. De a poco te armas la imagen completa de su cuerpo en tu cabeza y llega un punto en el que te da lo mismo lo que te pase; no calculas los riesgos ni te preguntas qué sentido tiene todo esto y te da lo mismo lo que pueda pasar, si te come o te mueres o despiertas sin piernas, bla bla bla.

Y en el momento en el que te decides dejar llevar y comienzas a acercarte a ella, junto a la música, tu cambio de posición cambia la manera en que se ilumina el misterio y finalmente la luz roza sus labios... su mejilla... su pómulo, y sus ojos. Sus ojos. Sus ojos.

Sus ojos.
Lentos.
Profundos.
Negros.
Enormes.



E
N
O
R
M
E
S


Te absorben. Sin ningún esfuerzo, te tragan. Y de un solo golpe, estás cayendo en el enorme pozo que son sus ojos a una velocidad que tu limitada inteligencia jamás podrá razonar. Sin nada que hacer. Nada, nada, nada. Y se siente bien, digo, definitivamente es placentero... pero añoras su imagen fragmentada. La belleza que fue ver, aunque sea por partes, la perfección hecha forma. Puro físico. No, no puede ser solo eso. Había algo más, claramente.
No puede ser tan así.


Y caes en la cuenta que se callaron los bajos, que tus oídos están por fin descansando y no sabes si realmente escuchaste o no esos bajos. Si viste o no a esa mujer... ¿era una mujer cierto?

Lo cierto es que sigues cayendo. Y así de rápido como caes... chocas.





Y todo recuerdo de lo que sucedió se desmorona, se te va desgarrando pieza por pieza hasta que te queda la pura sensación de lo que viste... Todo morado... ¿y lo que viste? Tenía ritmo.

No sé, pero habían ojos... y esos ojos...




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