viernes, 4 de mayo de 2018

Procedimiento de Puesta en Marcha

    Luego de acomodarse en su alzador para niños, el monísimo aprieta los botones de rigor, se pone el babero reglamentario y se aprieta los cinturones. Con el cuidado que suele otorgar a estos rituales, fuma lo último que pudo meter en su pipa justo antes de apretar el botón grande y rojo,  el que tiene una tapita transparente con llave. Para qué, si siempre deja la llave puesta.

     Cierra los ojos un rato mientras inhala, olvidando sus nociones de astronomía, ingeniería, aeronáutica, y por último, todo lo que había estado debatiendo en su fuero interno sobre los dos sabores de plátano, el de antes y el de ahora. 

Se ve a sí mismo, escribe que escribe en blogger, aburrido, bastante menos cuadrúmedo y con una percepción muy distinta a la que tenía de si mismo la ultima vez que registró entradas en estos anales. Sutilmente más adulta, pero más que eso, distinta.





¿Cuál de los dos era mejor? El de los masticables igual es rico.
Ahora que se acaben estos plátanos, ¿Vendrá otro con otro sabor?
¿En qué dulces van a meter el sabor de ahora?








He dejado de hacer hartas cosas, lógico.
Terminé la U, más o menos. Inevitablemente más posmo pero por lo menos licenciado.
Los veo a todos menos. Supongo que ellos están en las mismas. Lógico, de nuevo.
Trato de volver a hacer esas cosas que dejé de hacer. Traato.


Y por sobre todo, he tenido que estar mucho conmigo.  Esto se traduce, entre muchas otras cosas, en reconocer ciertos patrones y formas de actuar en cuándo y cómo expreso. En parte este ejercicio , volver a verme acá significa aceptarlos y tratar de aprovecharlos antes de que sea demasiado tarde y se terminen transformando en tumores. Se nota la falta de práctica, todavía cuesta, me salen todos apretados y se me cortan. Pero por algo se parte.

Y bueno, haciendo la retrospectiva de rigor, supongo que si me siguiera gustando cómo escribía, eso implicaría que no he aprendido nada. Puedo consolarme con eso, creo.

  


Abre los ojos y todavía queda humo a su alrededor. Los colores de las luces parpadeantes que se proyectan desde los botones a su alrededor le recuerdan a una disco de kermesse, bien chica y calurosa. Manos peludas estiran el babero reglamentario, que no dejó caer ni una gota de baba ni ceniza en el lindo traje limpio.




Nunca decepciona ese babero. Revisa el grabador y hay harto, harto por transcribir. Que se atraviesan mensajes con esas acelerás.

Igual, es bueno. En algo hay que pasar el rato.